Son ya
20 años sobre los escenarios. Más incluso si se contabilizan las aventuras
infantiles de Ricardo Marín, hijo y nieto de guitarristas, y uno de los músicos
más demandados para el estudio y los escenarios en nuestro país. Manolo García,
David Summers, Miguel Ríos, Raimundo Amador… La nómina de los talentos de la
escena nacional que han reclamado sus servicios es tan abultada que, cuando
Ricardo quiso invitar a un par de ellos a un pequeño concierto de aniversario,
la cosa creció y creció.
Y de
repente se vio en una gran sala de Madrid repleta de público grabando Buenas
intenciones, un CD-DVD en el que plasma muchas de sus mejores composiciones. No
es un trabajo al uso Buenas intenciones, porque no se nutre de las creaciones
más recientes del artista. Entre gira y gira, algún verano al servicio de hasta
cinco artistas a la vez, Ricardo Marín fue llenando el disco duro de canciones,
que ahora ven la luz con el acompañamiento de sus prestigiosas amistades. Con
Ariel Rot canta la canción que da título al álbum, pero también participan Manolo
García, Nacho García Vega, Summers, Ríos, Los Secretos, O’Funk’illo…
“Prácticamente todos con los que he trabajado, excepto los que no podían”. Y
está también una banda sensacional, formada por músicos de los que llevan el
escenario grapado a la piel.
Marín
es nieto del guitarrista flamenco Isidro Marín Utrera, e hijo también del
guitarrista Luis Marín que, fue el director de su primer proyecto musical
cuando aún no había cumplido los diez años. Desde aquellos Pequeños Muchachos y
los posteriores Charco1 con los que salió de gira por América, Ricardo conoció
los escenarios y los entresijos de un negocio que en realidad es una forma de
vida. Superada la adolescencia, pasó por distintos grupos e incluso publicó en
1993 un álbum en solitario, pero fue su colaboración con Raimundo Amador la que
le cambió el paso. Se convirtió en uno de los músicos más reclamados, e inició
lo que podría considerarse una gira infinita.
Si esa
gira infinita por fin ha conocido la pausa es porque algún amigo le aconsejó
detenerse, echar la vista atrás y celebrar dos décadas de carrera con un
pequeño concierto. No tan pequeño, ni mucho menos. “Empecé a tirar de teléfono
para invitar a los artistas con los que he trabajado y se empezó a apuntar todo
el mundo. De repente me vi en la obligación de reclamarlos a todos, de ir a un
local más grande y de registrar ese momento tan maravilloso en un DVD
magnífico”, repasa Marín.
Es así
como nace y crece Buenas intenciones, un álbum en el que uno de los músicos más
prolíficos de nuestro país sale la zona de penumbra de los escenarios para
reivindicar todo su valor artístico. Como compositor, como gran cantante y como
virtuoso de la guitarra.
Ricardo
Marín es uno de los exponentes más claros y respetados de la música en español.
Con una trayectoria que abarca más de 25 años y compartiendo escenario con
auténticas leyendas de la talla de Manolo García o Miguel Ríos, Ricardo sigue
reinventándose compás tras compás, exigiéndose siempre las mejores canciones,
disfrutando de cada concierto y aportando su valioso saber hacer a una industria
en la que sólo los mejores permanecen en lo más alto.
Este
barcelonés de Gavá siente la música desde la cuna. Nieto e hijo de músicos, su
amor por este arte casi podría decirse que es innato. Es, hoy por hoy, uno de
esos cantautores que revitalizan todo un género, que saben encontrar la medida
perfecta entre la perfección y el virtuosismo. Ricardo, enemigo de etiquetas y
clichés, consciente de cada desafío creativo que emprende actuación tras
actuación, no se conforma con hacer que sus canciones suenen en radio y
televisión, su meta es encontrar cómplices en sus oyentes. Con delicadeza casi
de sastre, su música es un órdago al oído de oyentes exigentes pero también una
invitación al deleite con la coherencia de un oficio adquirido en la casa, en la
calle, en los escenarios. Ricardo
es un artista completo. músico entregado a su oficio.
La
música de Ricardo Marín se exhibe, impúdica, como una mujer sabedora de su
belleza, pero al mismo tiempo conserva lo canallesco del rock, lo artesano de
los dedos pulsando las cuerdas de una guitarra, lo desgarrado de una voz
cargada de sentimientos. Su música y él, dos partes de ese todo que no pueden
concebirse una sin el otro, se abrazan a la exigencia, destilan la sensibilidad
como si se fabricase un encantamiento, así nacen las grandes canciones, así
suena el músico entregado a su oficio.
Escuchar
a Ricardo Marín suena a esa búsqueda de lo mejor nuestra música dosificada en
compases pequeños, con la guitarra ejerciendo de maestra de ceremonias,
perfectamente acompañada por instrumentos que son, en realidad, los perfectos
invitados.Son ya 20 años sobre los escenarios. Más incluso si se contabilizan
las aventuras infantiles de Ricardo Marín, hijo y nieto de guitarristas, y uno
de los músicos más demandados para el estudio y los escenarios en nuestro país.
Manolo García, David Summers, Miguel Ríos, Raimundo Amador... La nómina de los
talentos de la escena nacional que han reclamado sus servicios es tan abultada
que cuando Ricardo quiso invitar a un par de ellos a un pequeño concierto de
aniversario, la cosa creció y creció. Y de repente se vio en una gran sala de
Madrid repleta de público grabando Buenas intenciones, un CD-DVD en el que
plasma muchas de sus mejores composiciones.
No es
un trabajo al uso, porque no se nutre de las creaciones más recientes del
artista. Entre gira y gira, algún verano al servicio de hasta cinco artistas a
la vez, Ricardo Marín fue llenando el disco duro de canciones, que ahora ven la
luz con el acompañamiento de sus prestigiosas amistades. Con Ariel Rot canta la
canción que da título al álbum, pero también participan Manolo García, Nacho
García Vega, Summers, Ríos, Los Secretos, O’Funk’illo... “Prácticamente todos
con los que he trabajado, excepto los que no podían”. Y está también una banda
sensacional, formada por músicos de los que llevan el escenario grapado a la
piel.
“Empecé
a tirar de teléfono para invitar a los artistas con los que he trabajado y se
empezó a apuntar todo el mundo. De repente me vi en la obligación de
reclamarlos a todos, de ir a un local más grande y de registrar ese momento tan
maravilloso en un DVD magnífico”, repasa Marín.
Es así
como nace y crece Buenas intenciones, un álbum en el que uno de los músicos más
prolíficos de nuestro país sale de la zona de penumbra de los escenarios para
reivindicar todo su valor artístico. Como compositor, como gran cantante y como
virtuoso de la guitarra. (CONTACTO DE PRENSA: Fernando J. Lumbreras - fernando@bigartist.es - www.bigartist.es – aritz arrieta)
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