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martes, 25 de junio de 2013

LEANDRO DÍAZ DUARTE DESDE LA ÓPTICA DE LOLITA ACOSTA, NOTICIAS MUSICALES



Desaparece maestro Leandro Díaz
Leandro Díaz  Nació en la vereda de Alto Pino, de Lagunita de la Sierra, un corregimiento del municipio de Hato Nuevo, en La Guajira, el 20 de febrero de 1928. Fueron sus padres Abel Duarte y María Ignacia Díaz. Tuvo 15 hermanos. Muy pequeño fue llevado a Tocaimo, un corregimiento del muncipio de San Diego, en el Cesar, y más tarde se radicó por muchos años en esta cabecera hasta cuando en la década de los 80 se trasladó a vivir a Valledupar, la capital del Cesar, donde por una insuficiencia renal falleció el 22 de junio de 2013, a la edad de 85 años. Horas antes había sido llevado a la Clínica Cesar por dolor abdominal y dificultad respiratoria.
Desaparece maestro Leandro Díaz
Fue uno de los más grandes compositores del vallenato. Comenzó a cantar cuando tenía 5 años. Su mayor crecimiento como artista fue en San Diego, al que llamó “el pueblo de mis amores”. Fueron inolvidables sus tenidas musicales al lado del trío de Antonio Braín, Hugo Araújo y Juan Calderón, convertidos en afamados serenateros. Con Toño Salas tuvo también grandes momentos haciendo de guacharaquero en toques de parranda.
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Ciego de nacimiento, Dios le dio el talento y la sensibilidad del artista logrando componer un número indeterminado de canciones que fluctúa entre 200 y 300. La primera fue “15 de julio”, que sigue inédita por la promesa que le hizo a su mamá de no publicarla al narrar en ella sus penas y dolores sufridos de niño; luego vino “La loba ceniza”, que las hizo, ambas, cuando tenía 17 años, plagiada esta segunda por Abel Antonio Villa, quien la grabó con el título de “La camaleona”. En la mayoría de sus canciones sorprende por la profundidad filosófica de su pensamiento. Son a la vez descriptivas, narrativas, críticas y satíricas. Fue de los primeros compositores vallenatos en enmarcarse en la llamada canción protesta.
Desaparece maestro Leandro Díaz
La mayoría de sus conocimientos los adquirió a través de la radio. Siempre tuvo un buen receptor de 7 bandas. Sus emisoras preferidas fueron Radio Habana Cuba, la BBC de Londres, Radio Moscú y Radio Nederland. Logró así pues adquirir una exquisita formación y lo convirtieron en un excelente contertulio. De las emisoras locales le gustaba Radio Guatapurí.
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También sus amigas, como Fanny Zuleta, Natividad Toncel y Clementina Ramos, su mujer, quienes le leían libros, en especial de poesías y novelas, le ayudaron mucho.
Desaparece maestro Leandro Díaz
Las más consagradas agrupaciones musicales nacionales e internacionales han difundido su obra, como las del Rey Vallenato Alfredo Gutiérrez y los cantantes Jorge Oñate, Poncho Zuleta, Diomedes Díaz, Carlos Vives, Jorge Celedón y su hijo Ibo Díaz y la agrupación Charanga América de Puerto Rico.
Desaparece maestro Leandro Díaz
Su canción más exitosa quizás sea “Matilde Lina”, pero otras tuvieron grandes momentos y siguen siendo recordadas, como: “Soy”, “La gordita”, “Los tocaimeros” (también conocida como “La trampa”), “El verano”, “El negativo”, “Quiéreme”, “Carmencita”, “La parrandita”, “Cardón guajiro”, “Mi memoria”, “Fui de tu alma”, “La contra”, “Olvídame”, “Preciosa mujer”, “Yo comprendo”, “El bozal”, “Dios no me deja”, “Bajo el palo e' mango”, “El enamorado”, “Cultivo de penas”, “Sabor a primavera”, “Horas felices”, “Los tres amigos”, “Para olvidar”, “Mujer infiel”, "A mi no me consuela nadie", “Tarde gris” y “Para qué llorar”.
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En su niñez ganó sus primeros centavos fungiendo de adivino. Más tarde se hizo guacharaquero, cantante de rancheras y repentista.
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Le cupo el honor de que uno de los versos de su canción “La Diosa Coronada” fue tomado por Gabriel García Márquez como epígrafe de su obra “El amor en los tiempos del cólera” (1985). Dice así: “En adelanto van estos lugares/ ya tienen su diosa coronada”.
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En hogares diferentes procreó ocho hijos pero su compañera permanente fue Clementina Ramos, con quien tuvo seis, y quien estuvo a punto de perderlo cuando una bogotana intentó atraparlo por la vía del matrimonio, que fue descubierto por la periodista Lolita Acosta, quien dio alerta a la familia de la conversación escuchada durante un vuelo entre Cali y Bogotá. En Cali el maestro y la periodista asistían, junto a otras personalidades, a un homenaje tributado a Leandro por la comunidad científica mundial reunida en esa ciudad.
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